lunes, octubre 18, 2010

Dios y la misericordia

“Ustedes estaban muertos a causa de las faltas y pecados que cometían, cuando vivían conforme al criterio de este mundo, según el Príncipe que domina en el espacio, el mismo espíritu que sigue actuando en aquellos que se rebelan. Todos nosotros también nos comportábamos así en otro tiempo, viviendo conforme a nuestros deseos carnales y satisfaciendo nuestra concupiscencia y nuestras malas inclinaciones, de manera que por nuestra condición estábamos condenados a la ira, igual que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo ¡ustedes han sido salvados gratuitamente!” Efesios 2, 1-5

Uno de los temas más recurrentes en la Biblia es la Misericordia de Dios. Ante nuestra debilidad y nuestras faltas aparece la acción benévola del Creador. Nada le conmueve más a nuestro Señor que un corazón contrito y adolorido por haberle fallado haciendo lo que a Él no le agrada.

Dios es misericordioso, porque en su amor Él es capaz de perdonarlo todo. No importa la falta, ni la cantidad, ni la gravedad, su perdón sobrepasa infinitamente la suma de todos los pecados no sólo de una persona, sino de todas las personas del mundo en la historia, del pasado, del presente y del futuro.

Dios nos perdona porque es infinitamente bueno y porque sólo Él es perfecto, nadie más. Dios no creó un mundo perfecto, ni a personas perfectas, porque si lo haría, entonces crearía a otro dios o dioses y esto es imposible, absurdo e ilógico. Por lo tanto, todas las creaturas, por más hermosas y virtuosas que sean tendrán imperfección.

Por ser imperfectos cometemos errores, faltas y pecados. Nos equivocamos en nuestra manera de hablar y de proceder, actuando en contra de Dios, de los demás e incluso de uno mismo. El pecado siempre será una opción por las creaturas y un rechazo de Dios y de su voluntad.

Pero Dios sale a nuestro encuentro y su misericordia abarca la totalidad de nuestras culpas y con esto infunde en nosotros el deseo de reconciliación y la fuerza en nuestro interior para arrepentirnos dirigiendo nuestra mirada nuevamente hacia Él y corrigiendo el camino para emprender uno nuevo a la luz de su mirada y de su amor.

La palabra Misericordia proviene de dos palabras latinas que significa: corazón mísero. No hay que confundir el término mísero, porque a veces aplicamos la palabra miserable a alguien despiadado y repugnante. Mísero, en este sentido, significa “vaciado”. Cuando decimos que una persona vive en la miseria es porque no posee bienes. Mísero, en el contexto de la misericordia, significa que un corazón se ha vaciado en favor del otro, un corazón rico se inclina en favor de otro corazón totalmente carente y necesitado.

Cuando hablamos de la misericordia de Dios afirmamos que su corazón infinitamente rico se inclina hacia nosotros que somos sus hijos para prodigarnos de todo aquello que necesitamos para salir adelante en nuestra vida y ser felices.

¿Qué es lo que más necesitamos de Dios?

-Su perdón, puesto que constantemente fallamos,
-su gracia, porque es la que nos impulsa a realizar todo aquello que Él nos encomienda y nos fortalece para que lleguemos al final del camino,
-su amor, porque sólo su amor colma toda esperanza y porque al poseerlo somos capaces de realizarlo todo, ya que el amor todo lo puede, todo lo soporta, todo lo cree y todo lo espera.

La dificultad que encontramos para acercarnos a Dios es la imagen con la que hemos crecido de un Dios castigador, vengativo y rencoroso que difícilmente va a dirigirnos una mirada tierna, más bien creemos en la mirada dura e intransigente de un dios que usa su poder para destruir.

Mientras esa sea la imagen que tenemos de Dios, será imposible dar el paso firme y confiado hacia Él.

Acudamos confiadamente a nuestra Padre celestial como lo hizo el hijo pródigo del evangelio de san Lucas, que sabía que su padre era bueno y lo recibiría con gusto. Reconozcamos que Dios nos perdona no porque somos buenos, sino porque le hemos fallado, presentémosle siempre un corazón abierto y contrito y preparémonos, porque su misericordia llegará a nosotros a manos llenas recibiendo infinitamente más de lo que somos capaces siquiera de imaginar.

7 comentarios:

  1. Leer esto me ha traido una Paz enorme. Gracias por recordarme la misericordia y el Amor incalculable de Dios.

    Que Dios te bendiga.

    ResponderEliminar
  2. Completamente de acuerdo. Seguro que este post es de gran ayuda para mucha gente.

    ResponderEliminar
  3. Daniel: sólo paso a animarte a seguir con tu blog. Es un remanso de paz y de afirmación para quienes creemos.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. amigo, vengo a dejar afectos.
    un abrazo

    ResponderEliminar
  5. No es fácil creer a totalidad que hemos sido salvados por gracia.

    ResponderEliminar
  6. Gracias,su misericordia es infinita mil gracias que Dios les bendiga

    ResponderEliminar
  7. Eres increible asi es la misericordia de Dios con palabras sensillas pero con muchisimo amor

    ResponderEliminar