sábado, agosto 28, 2010

Orar es amar

“Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.” 1 Corintios 13, 1-3

La oración no es un tema fácil de abordar ya que incluye muchos aspectos y abarca un sinnúmero de realidades. Muchas cosas podemos decir de la oración: si es mental y vocal, que es un diálogo profundo, pero también la oración es escuchar a Dios y por lo mismo hay que hacer silencio, para descubrir lo que Dios me está diciendo a cada instante.

De todo lo que podemos entender sobre la oración, hay una expresión que me cautiva sobremanera: orar es amar. Esto quiere decir que no sólo nos esforzaremos por hablar o escuchar, sino ante todo en la oración, por lo que más nos esforzaremos y en lo que más nos enfocaremos es en amar. No se trata tanto de hablar mucho sino de amar mucho. Entre más se ama mejor se ora.

Una oración sin amor es como una playa sin mar. Podrá ser muy bella la arena, pero sin el agua del mar será sólo un desierto. El aspecto fundamental de la oración es el amor. La Madre Teresa decía: “Orar es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama (Vida 8, 5). No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho, y así lo que más os despertare a amar, eso haced. El aprovechamiento del alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho”.

La beata Madre Teresa de Calcuta decía: “No hay diferencia entre oración y amor. No podemos decir que oramos, pero que no amamos o que amamos sin necesidad de orar, porque no hay oración sin amor y no hay amor sin oración”.

Como vemos, orar es amar y cuanto más amor haya en nuestra oración, ésta será mejor. Sin amor, la oración se reduce a una repetición de palabras huecas y sin contenido. El texto de san Pablo que hemos citado al principio es claro: si no se tiene amor se es como una campana que resuena o unos platillos que aturden (1Cor. 13). Al orar sin amar se pueden decir palabras bellas, que seguramente Dios escuchará, pero que no tendrán ningún efecto en aquel que las dice.

Hay quienes pasan mucho tiempo en “oración”, pero nunca se atreven a decirle a Dios: “Señor, te amor”, parece que eso les compromete o sienten que no es real o necesario, quizá como Él ya lo sabe no hay necesidad de decirlo.
En el Taller de Oración Juan Pablo II se nos dice: “La oración verdadera debe estar llena de amor a Dios. Debe ser una comunicación amorosa con Dios. Para ello, no necesariamente hace falta hablar. Se puede amar con palabras o sin palabras. De ahí que una de las más sublimes maneras de orar es la oración contemplativa, en que el alma se queda como extasiada, contemplando a Dios y sintiendo su amor. Es como una oleada de amor que envuelve el alma y la deja sin palabras, respondiendo con un amor silencioso. Es un silencio amoroso o un amor silencioso. Es como un fundirse dos en uno por el amor, donde sobran las palabras o, a lo máximo, sólo puede repetirse constantemente: Te amo, te amo, te amo...”
Es la oración de aquel campesino de que habla el santo cura de Ars. Iba a rezar todos los días a la iglesia y un día el santo le preguntó:
Tú ¿qué haces? ¿Cómo oras? Y él respondió: Yo lo miro y él me mira.
Por eso la oración más que palabras es ante todo una actitud delante de Dios, Él es lo más grande que tenemos en nuestra vida y su amor hacia nosotros es increíblemente real y fuerte. Por eso entre más corazón le pongamos a las palabras o el silencio en la oración mayor fruto sacaremos de ésta.

Que el Señor nos conceda un corazón que ame para que nuestra comunión con Él sea más profunda e intensa.

10 comentarios:

  1. siempre es un placer venir hasta tu espacio y leer tu bondad.
    un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Así es Daniel, por cosas grandes que hicisemos si no tenemos el verdadero amor que nos lleva a Dios para hacer lo que hacemos, nuestra vida no tendría valor. El amor pome valor a todo.
    Con ternura
    Sor.Cecilia

    ResponderEliminar
  3. Hola Daniel, muy buena e importante entrada.
    Te dejo mis saludos.
    Que tengas una linda semana.

    ResponderEliminar
  4. Gracias por tus palabras. Avivas nuestras almas, con esta gran verdad.
    El amor nos lleba a la alabanza y a la gratitud, al pedido y suplica por los demas.
    El amor crece y se hace fuerte con nuestra entrega a Dios, por El es el Amor Infinito.

    ResponderEliminar
  5. No te imaginas lo que llega a gustarme este texto de San Pablo. Creo que resume perfectamente lo que debe ser nuestra vida de cristianos. Nunca me canso de leerlo y sobre todo de meditarlo. Gracias. Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Es así, pero no todo el mundo descubre que la oración o es amor o no es nada.
    Es bello decir: "Señor te amo", y mucho más decirle, "gracias, Señor, por sé que me amas"
    Saludos

    ResponderEliminar
  7. Sin amor no sería posible, ya lo creo. Sólo este sentimiento es capaz de elevarse. Excelente post. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Creo que orar es amar si todos descubrieramos ese gran don de la oración toda nuestra vida por muy pequeña que fuera todo se podria convertir en oración y la vida seria un continua alabanza a Dios un saludo en Cristo Jesus

    ResponderEliminar
  9. Creo que uno de los puntos donde muchos fallamos cuando oramos es en la atención; atención a Aquel a quien nos dirigimos. Sin atención no hay diálogo, sin diálogo no hay amistad y sin ésta el amor palidece. También es necesaria una purificación de los sentidos, para mantener bien dispuestos alma y cuerpo. Un saludo en Cristo.

    ResponderEliminar