En aquel tiempo llegó una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: Dame de beber. Le contesta la mujer samaritana: ¿Comó tú, siendo Judío, me pides de beber a mi que soy una mujer samaritana? Jesús le respondió:«Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.»
Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ... Jesús le respondió:«Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.» (Jn 4,10-14). Supongo que la mujer estaría sorprendida y si la promesa de Jesús de no tener sed jamás era cierta, no tendría que venir todos los días con el cántaro para buscar agua. Merecía la pena seguir investigando sobre esa agua que ofrecía aquel hombre. Así que la samaritana le pide de esa agua a Jesús. "Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla." (Jn 4,15). Ahora que la samaritana le ha abierto el corazón y está a la escucha, es cuando empieza Jesús a cambiar su corazón. Primero le hace ver su pecado para salvarla, y es que está viviendo con un hombre que no es su marido y que ha tenido ya cinco maridos. La samaritana descubre su debilidad, su necesidad de felicidad, no puede esconderse delante de Jesús. Jesús quiere enseñarle que el agua que le ofrece no es la que sale del pozo. Quiere enseñarle que ella tiene sed, pero no de agua. ¿De qué tiene sed? Sed de Dios.
Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ... Jesús le respondió:«Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.» (Jn 4,10-14). Supongo que la mujer estaría sorprendida y si la promesa de Jesús de no tener sed jamás era cierta, no tendría que venir todos los días con el cántaro para buscar agua. Merecía la pena seguir investigando sobre esa agua que ofrecía aquel hombre. Así que la samaritana le pide de esa agua a Jesús. "Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla." (Jn 4,15). Ahora que la samaritana le ha abierto el corazón y está a la escucha, es cuando empieza Jesús a cambiar su corazón. Primero le hace ver su pecado para salvarla, y es que está viviendo con un hombre que no es su marido y que ha tenido ya cinco maridos. La samaritana descubre su debilidad, su necesidad de felicidad, no puede esconderse delante de Jesús. Jesús quiere enseñarle que el agua que le ofrece no es la que sale del pozo. Quiere enseñarle que ella tiene sed, pero no de agua. ¿De qué tiene sed? Sed de Dios.
German Geovanny
Administrador y Autor del Blog Sed Consolación
Que hermoso esta tu blog amigo.
ResponderEliminarGracias por visitarme, mi hiciste muy feliz con tu comentario.
Te mando un abrazo.
El domingo pase lo que pase, seguiremos siendo amigos verdad???
Muchas gracias por visitarme! Blog con contenido hermoso y maravilloso!
ResponderEliminarUn abrazo desde Brasil!