lunes, mayo 03, 2010

Eres el piloto de tu vida.

Cuando conduzco el coche, me molesta que quien está junto a mi, me diga que camino tomar, que me detenga o ¡cuidado! Yo soy el conductor. Yo se porque hago lo que hago. Y el conductor es el único que lo sabe. Nunca hago caso de quien quiere decirme como manejar, porque por eso pasan accidentes.

Escuché que le respondía un hombre a su amiga, cuando esta le platicó que su hija conducía un coche, y le dijo que acelerara para evitar un trailer. Su hija le hizo caso, pero no alcanzó a pasarlo. El trailer se llevó el coche. 

Afortunadamente viven para contarlo. Como un rayo, comparé las similitudes que tiene este ejemplo con nuestra vida.

Nuestro coche se llama vida y el Ser Supremo ha sido lo suficientemente generoso, como para darnos a cada quien un coche propio.  Todos somos los conductores de nuestra propia vida.
Desafortunadamente, muchos no asumen esa responsabilidad.

Son conductores miedosos, que les gusta preguntar a cuanto tripulante tienen, que deben hacer.

Y como resultado, tienen accidentes o no están satisfechos con su vida. ¿Por qué siguen escuchando los consejos de otros, cuando no están satisfecho con los resultados? Simple. Es más fácil culpar a otros de sus fracasos, que ser responsables de sus decisiones.

Es el caso de la chica que le pregunta a la mamá ¿Qué debo estudiar?
O el caso del chico que pregunta ¿Cuál carrera da más dinero? Porque el precio de seguir los impulsos de tu corazón, de tomar tus propias decisiones, es la posibilidad de fracasar.

Nadie puede esperar tener éxito en lo que le gusta con tan solo unos intentos. La historia está llena de hombres que estuvieron peleando por sus ideas, y que después de fracasos temporales, obtuvieron el éxito.
Aplicaron la persistencia en sus sueños.
La sensación de libertad, de asumir el control del volante de tu vida, te dará una seguridad y energía interior que no tiene precio.
Para un militar, su orgullo son las heridas de guerra. Y para el hombre de negocios, platicar de sus fracasos, antes de alcanzar la cima.

Aunque las derrotas temporales te causen dolor cuando sean cosa del pasado, te divertirá recordarlas. Le dará más valor a tu éxito.

Detén a esa persona mata pasiones, y no la escuches cuando
quiera dirigir el coche de tu vida, a una velocidad
diferente a la que tú lo haces.
El no conoce porqué haces lo que haces. No conoce tu vida,
como tú la conoces.

El no comprende tus sueños y motivos. Finalmente, él en sus consejos, proyecta lo que él es. Lo que el hace. Lo que haría en tu lugar. Y si es un mediocre, y le haces caso? vas a acabar siendo un mediocre también. Observa que las personas que han tenido éxito, primero se escuchan a sí mismas. Fueron tercas en escucharse primero a ellas mismas, antes que a los demás.
¿Que consejo te puedo dar? Hay dos frases que me encantan: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar” de Machado, y “Try hard enough” de Malcolm Forbes, esto es: sigue intentando hasta que tengas éxito. 

Recordando mi vida, veo que las actividades en que he tenido más éxito, son en las que he aplicado estas dos frases. Y añade otro ingrediente: la esperanza. 

En lo que más he tenido éxito, siempre hubo un momento en el que tuve un fracaso tan doloroso, que se abrían ante mis dos caminos: seguir adelante a pesar de que parecía que no lo lograría, o resignarme.

Al tomar el camino de seguir adelante ¡lo logré! Te confieso que ya no creía en mí. Pero tenía la esperanza de lograrlo. Y la esperanza, transformó en realidad mis sueños.

También, hubo momentos en los que elegí el camino de la resignación. Me excusé ante mi mismo con mil pretextos de porque había fracasado. Pero no dejo de pensar que pude haber elegido la otra vereda y que pude haber tenido éxito.

La esperanza debes mezclarla con la persistencia también. Tu Breve Espacio, es fruto de la esperanza y persistencia combinadas.

La fe en un Ser Supremo también ha sido muy importante para mí. Me ha dado la paz y serenidad necesarias cuando parece que mi mundo se voltea de cabeza.
 

Te invito a que experimentes la emoción de conducir el coche
de tu vida.
Disfrútalo a tu ritmo, a tu manera ¡Y condúcelo hasta las
estrellas!
¡Suerte!

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho tu reflexión, Daniel. Es verdad, demasiadas veces confiamos más en los demás que en nosotros mismos. Creo que es bueno escuchar a personas que por su experiencia en la vida -su experiencia de Dios- sabemos que van a darnos un consejo valioso, pero la última palabra la tenemos nosotros. Ante un problema, una duda... ¡tenemos el mejor consejero posible!: el Espíritu Santo. Pidámosle que nos dé Luz en esas situaciones y dejémosle a Él la conducción de nuestro coche. Un abrazo

    ResponderEliminar