martes, mayo 04, 2010

Amor y Compromiso

“….Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?".  Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo". (Mt 25, 31-40)

Para muchos el amor es un sentimiento muy hermoso e inexplicable, pero ¿serán los sentimientos quienes gobiernan la realidad del amor? Ciertamente que no.
Aún y cuando forman parte en la experiencia más hermosa de la vida, no podemos reducir el amor a algo meramente sensible y emocional.

Como ya lo he mencionado en otra ocasión, el amor es tan grande que por más que se escriba y se reflexione sobre él nunca lo abarcaremos ni lo agotaremos; siempre habrá algo nuevo que podamos decir de él, que provoque un movimiento en nuestro interior y nos estremezca.

Una de las cualidades más importantes del amor es el COMPROMISO, porque no todo debe  limitarse a palabras, ideas, sentimientos o promesas. Impera la necesidad de acciones concretas que hagan del amor algo creíble y real.

En el libro de los Hechos de los Apóstoles, se menciona la frase: “mírenlos como se aman”  haciendo referencia a la nueva vida de los cristianos que se esforzaban por hacer realidad el mandato del Señor de amarse los unos a los otros como Él mismo nos amó. La expresión: “mírenlos como se aman”  nos señala la profunda solidaridad de aquellos que siguen fielmente las enseñanzas de Jesús traduciendo el verdadero sentido del amor en acciones como: servicio, atención, cuidado, caridad, compañerismo, ayuda y generosidad. Cuando el amor es lo primero y más importante nadie pasa necesidad, carencia, hambre ni soledad.

Como ya lo hemos mencionado, el amor verdadero, para que lo sea en realidad, tiene que ser capaz de arriesgarlo todo, ofrecerlo y entregarlo todo por aquellos a quienes se ama. No se puede medir en el amor, porque la auténtica medida del amor es un amor sin medida, donde no haya fronteras, límites o murallas. El horizonte es tan amplio que en este gran camino no habrá término fin.

La Madre Teresa de Calcuta decía: “Caridad es dar hasta que duela”. La pregunta que nos hacemos es ¿qué clase de dolor se da por amar?   Lo explicaré con dos ejemplos muy sencillos:

A ) Dar un pescado a quien tiene hambre es algo bueno, pero enseñarle al hambriento a pescar es mucho mejor. Pero ¿por qué no se le enseña al hambriento a pescar? porque es más costoso,  tenemos que invertirle tiempo, privarnos de momentos de esparcimiento o diversión y eso cuesta porque implica renuncia.

B ) Dar unas cuantas monedas al mendigo de la calle es algo bueno, pero sentarse a su lado por unos cuantos minutos a platicar con él, conocer sus inquietudes, dolores, tristezas y esperanzas es mucho mejor. Pero hacerlo implicaría retrasarme en MI TIEMPO, MIS COSAS Y COMPROMISOS, me expondría al qué dirán de todos los que pasen por ahí, tendría que soportar el mal olor de alguien que no se ha bañado en varios días. Y eso duele.

Si se va a amar, tiene que ser en serio, hasta las últimas consecuencias, si no, no es amor. Tendremos bonitos sentimientos, habrá buenos detalles, pero aún estaremos lejos de aquello que es lo más sublime y sagrado.

Qué razón tenía la Madre Teresa cuando dijo que “Caridad es dar hasta que duela”, porque estamos tan acostumbrados a vivir en un amor tan a la ligera que nos privamos de aquello que nos permite la plena experiencia del amor.

San Juan de la Cruz, místico español del siglo XVI, decía que “al final de nuestra vida seremos examinados en el amor”.  La pregunta sería:  ¿de qué amor habla San Juan de la Cruz?, ¿del sentimental, tierno y cariñoso? No, se refiere al maduro y fuerte, al que se ha forjado a través de decisiones extraordinarias de  personas llenas de esperanza que lucharon contra la pobreza, el hambre, la desnudez, la injusticia y el dolor. Aquí, el triunfo no está en el resultado final, sino en el ESFUERZO por darlo todo, desgastarlo todo, especialmente por aquel que nada valía a los ojos del mundo, pero que vale infinitamente para Dios. El triunfo del amor verdadero es muy distinto al del amor ficticio que el mundo ofrece.

Por eso Jesús, antes de terminar su último bloque de predicaciones nos presentó el examen final, el que todos presentaremos un día, ese examen final de que habla San Juan de la Cruz.

A todo joven estudiante, antes de presentar un examen, le gustaría saber las preguntas que vendrán. Ante el examen más importante de nuestra existencia, Jesús ya nos dijo las respuestas, lo que al final, el Padre celestial nos preguntará: ¿Cuánto amaste?. Y nos lo dijo en esta parábola donde amor-servicio y solidaridad con el hermano son una sola cosa:

“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.

Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a la izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de forastero y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver".

Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?".

Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo". (Mt 25, 31-40)

El amor no es algo que debe quedar dentro de nosotros, sino que debe llegar a aquellos que nos rodean, porque un amante sin amado no tiene sentido y amar a alguien sin demostrárselo a través del servicio y la caridad quedaría como algo hueco, vacío. Por eso, que cada día nos esforcemos por dar más de lo que nuestras fuerzas sean capaces, porque en el amor no deben existir reservas ni regateos, sino la entrega total y generosa…. hasta que duela.

Reza y trabaja.
Autores: Anselm Grün y Fidelis Rupport
www.cesarlozano.com

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