
Como la de la beba de 23 días rescatada de entre los escombros varios días después del terremoto. O la del pequeño de cinco años que alzó sus brazos en medio de la oscuridad cuando los voluntarios lo devolvieron a la vida.
Cuando todo parece desplomarse, cuando las certezas tambalean, cuando los hombres fallan, cuando las instituciones vacilan, sólo Él permanece para siempre. Sólo Él sigue vivo y radiante iluminando la noche del mundo. Sólo El tiene palabras de vida eterna.
Que la fe en la resurrección nos siga animando y estimulando a vivir como cristianos, a seguir caminando y luchando a pesar de las dificultades. Porque con Jesús todo es posible.
Yo añadriría que El siempre está presente, cuidadndo y amando, casi se podría decir que haciendo lo que le dejamos. Nuestra libertad es lo primero que respeta. Ella es la causa de elegir el bien o el mal, ella es la causa que Dios pueda actuar en nosotros o echarlo de nuestras vidas. Pero El está siempre, esperando poder derramar su amor.
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