miércoles, marzo 24, 2010

Aprender a caminar

Es muy importante saber caminar en la vida porque nos independiza y nos da seguridad para ir donde queramos. Al inicio se nos presentan dificultades, pero también muchas motivaciones.  Al contemplar a los niños podemos imaginar nuestros primeros pasos en la tierra. El esfuerzo, el miedo  y las caídas era lo que más se repetía hasta que logramos equilibrarnos y sentir el gozo de saber caminar.

Actualmente existen muchos inválidos, tullidos y paralíticos en la fe.

En Brasil el porcentaje de católicos ha disminuido en un 15% desde 1980 y estos números se repiten en otros países. Cada día es más patente que el mundo y las personas necesitan de Dios. La semana Santa es una gran oportunidad para aprender a caminar. Rezar, evangelizar y dar un regalo a Dios es lo mejor que podemos hacer para responder al amor que Cristo nos manifestó al ser crucificado y muerto en la cruz para nuestra salvación.  

Vivimos en un mundo que cada día endurece más su corazón a los temas espirituales y por eso sentimos miedo de caminar. ¡Cuántos jóvenes y familias esperan las vacaciones de semana Santa para pasarlo bien y descansar y no tienen ningún minuto para reflexionar en el sufrimiento de Cristo por cada uno de nosotros! Cristo sigue sufriendo en estos días. Le duele ver esas estadísticas que presentan la disminución de católicos y llora al vernos pasivamente esperando una solución. Por eso es importante aprender a caminar. 


¡Cómo me dolía la indiferencia de un amigo que perdió cinco veces la oportunidad de ir a misionar sólo por escuchar que hacía frío y dormían en el suelo! ¡Acaso Cristo no sufrió más por él! Pero un día superó su egoísmo, se inscribió, vino de misiones, y entonces aprendió a caminar. “Las misiones han cambiado mi vida”, me repetía una y otra vez y hasta ahora sigue participando.
Para todos existen oportunidades para caminar. El testimonio diario de vida cristiana y las obras realizadas con fe, esperanza y amor, atraen a los hombres a Dios. Nos puede paralizar el miedo pero san Pablo aconsejaba a los romanos: “El Espíritu Santo es en verdad el protagonista de toda la misión eclesial” (Rm.21) Cada misionero se da cuenta de que no es él quien ayuda a las personas, sino que es Dios que a través de ellos, ilumina a las almas necesitadas de Dios. El misionero recibe mucho más de lo que realmente da, pero ¿cómo experimentaremos esto si nunca nos lanzamos a caminar? 


Cuando los 72 discípulos terminaron su primer periodo de misiones volvieron alegres, cantando y bendiciendo a Dios. Al ver a Jesús le comentaron todo lo que habían hecho, ¡hasta expulsaron demonios!, pero Jesús les dijo: “no se alegren por todas las obras que hicieron, alégrense más bien porque sus nombres están escritos en el cielo” (Cf. Lc. 10) Al que aprende a caminar Dios siempre le da un premio mejor. ¡Cristo nunca se deja vencer en generosidad! 


Yo desearía que todos los inválidos, tullidos y paralíticos espirituales aprendiesen a caminar en esta semana Santa para que el mundo ni sea indiferente ni se muera por falta de Cristo. Si todos aprendiésemos a caminar el mundo sería diferente. El que camina, avanza. El que avanza, progresa. El que evangeliza, hace que el mundo progrese cumpliendo el mandato de Cristo: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” (Mc. 16,15)

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