Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén y proclamar a Jesús como el rey y centro de nuestras vidas. Este es un día en el que le podemos decir a Cristo que nosotros también queremos seguirlo aunque tengamos que sufrir o morir por Él. Que queremos que sea el rey de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero.
La vida de todos está llena de contrastes, todos vivimos triunfos y fracasos, alegrías y tristezas, luz y oscuridad... podemos decir que la vida no es solamente dulce, pero tampoco solamente amarga. La vida es un tanto "agridulce", y son estos contrastes los que la hacen tan especial.
La vida de nuestro Salvador, quien se hizo en todo semejante a nosotros, menos en el pecado, no fue distinta. Experimentó la alegría y el dolor, el triunfo y el fracaso, la luz y la oscuridad.
La festividad del domingo de ramos nos regocija cuando acompañamos a Jesús en su entrada triunfal a Jerusalén, y Él comparte con nosotros esa alegría. Pero también nos llama a acompañarlo no sólo en el momento de gloria y triunfo, sino también en el momento de la entrega y el sufrimiento.
La próxima vez que experimentes la tristeza, el fracaso o la oscuridad, no te asustes, es parte del camino; y la próxima vez que vivas el triunfo, la alegría y la luz, no te regodees, sólo es un momento que nos recuerda el gozo que nos espera junto a Él por toda la eternidad.
Que el Señor te conceda acompañarlo en todo su camino, desde la entrada triunfal hasta el calvario y de esa manera puedas recibir el regalo que él te tiene preparado.
La vida de nuestro Salvador, quien se hizo en todo semejante a nosotros, menos en el pecado, no fue distinta. Experimentó la alegría y el dolor, el triunfo y el fracaso, la luz y la oscuridad.
La festividad del domingo de ramos nos regocija cuando acompañamos a Jesús en su entrada triunfal a Jerusalén, y Él comparte con nosotros esa alegría. Pero también nos llama a acompañarlo no sólo en el momento de gloria y triunfo, sino también en el momento de la entrega y el sufrimiento.
La próxima vez que experimentes la tristeza, el fracaso o la oscuridad, no te asustes, es parte del camino; y la próxima vez que vivas el triunfo, la alegría y la luz, no te regodees, sólo es un momento que nos recuerda el gozo que nos espera junto a Él por toda la eternidad.
Que el Señor te conceda acompañarlo en todo su camino, desde la entrada triunfal hasta el calvario y de esa manera puedas recibir el regalo que él te tiene preparado.
Autor: P. Marcelo Varela
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