Son muchas las oportunidades en las que escuchamos a personas preguntarse si realmente existe Dios, y si es así por qué no “prueba” su existencia otorgándonos lo que le pedimos o actuando como nosotros mismos quisiéramos que actúe.
Son frecuentes los cuestionamientos donde se expresa que si realmente Dios existe, por qué no dejan de suceder determinadas cosas en el mundo, sobre todo cuando se ve tanta injusticia, tantos sufrimientos, si en definitiva nos han enseñado que Dios protege y ama a los buenos, a los que lo aman.
Porque parece que muchas veces Dios se vuelve como sordo ante los pedidos de los hombres.
Creo que una de las preguntas que debemos hacernos como punto de partida es la de ¿qué imagen de Dios tenemos? ¿Qué hemos aprendido o que nos han enseñado respecto a Dios y a la religión?
En muchas circunstancias nos encontramos con una manera de vivir el cristianismo como una forma de religiosidad que en el fondo no deja de ser un poco “egoísta”, aunque tal vez creamos también “piadosa”.
Por qué digo esto: porque nos hemos quedado quizás con la imagen de Dios como la de aquél que es bueno y todopoderoso en la medida en que nos da todo lo que deseamos.
Dios es bueno si me “soluciona” de manera digamos “mágica” todos mis problemas, y más poderoso aún será si me los resuelve rápido.
Dios es bueno y realmente existe si me concede “ya” todo lo que le pido, incluso si lo hace de una, es decir, con la primera oración o pedido que le haga.
Pero Dios no es alguien con quien puedo “negociar”, no es alguien a quien le “doy tanto” y él me “da tanto”, porque en ese caso, dejaría de ser un Dios entendido como el “Absoluto”, el que “todo lo puede”, el que por pura Gracia y “gratuitamente” me da mucho más de lo que soy capaz de ganar o merecer.
Es cierto que Dios no concede todo lo que pedimos, pero en realidad nos concede todo lo que nos hará bien y nos servirá para nuestro bien y deberíamos entender que la “gran oración” no es la que hace que “Dios quiera lo que yo quiero”, sino quizás que “yo logre llegar a querer lo que quiere Dios”.
La fe en Dios, su amor, la confianza en El son cosas bastante diferentes a lo que muchos cristianos piensan. Ser cristiano muchas veces será saber comprender que Dios hasta puede llegar a permitir que nos sucedan ciertas cosas que humanamente hasta nos pueden parecer incomprensibles, pero que en el infinito amor que Dios nos tiene, logran un profundo sentido y son en el fondo para nuestro mejor bien.
Por eso creo que nuestra “imagen” de Dios que podemos tener, podemos sintetizarla en darnos cuenta si tenemos un “verdadero amor a Dios”, si de verdad lo amamos como al Supremo que siempre estará pensando en nosotros y en nuestro bien, o nos quedamos con un Dios a quien de alguna manera podemos “utilizar” para nuestro provecho.
Autor: Padre Oscar Pezzarini
Son frecuentes los cuestionamientos donde se expresa que si realmente Dios existe, por qué no dejan de suceder determinadas cosas en el mundo, sobre todo cuando se ve tanta injusticia, tantos sufrimientos, si en definitiva nos han enseñado que Dios protege y ama a los buenos, a los que lo aman.
Porque parece que muchas veces Dios se vuelve como sordo ante los pedidos de los hombres.
Creo que una de las preguntas que debemos hacernos como punto de partida es la de ¿qué imagen de Dios tenemos? ¿Qué hemos aprendido o que nos han enseñado respecto a Dios y a la religión?
En muchas circunstancias nos encontramos con una manera de vivir el cristianismo como una forma de religiosidad que en el fondo no deja de ser un poco “egoísta”, aunque tal vez creamos también “piadosa”.
Por qué digo esto: porque nos hemos quedado quizás con la imagen de Dios como la de aquél que es bueno y todopoderoso en la medida en que nos da todo lo que deseamos.
Dios es bueno si me “soluciona” de manera digamos “mágica” todos mis problemas, y más poderoso aún será si me los resuelve rápido.
Dios es bueno y realmente existe si me concede “ya” todo lo que le pido, incluso si lo hace de una, es decir, con la primera oración o pedido que le haga.
Pero Dios no es alguien con quien puedo “negociar”, no es alguien a quien le “doy tanto” y él me “da tanto”, porque en ese caso, dejaría de ser un Dios entendido como el “Absoluto”, el que “todo lo puede”, el que por pura Gracia y “gratuitamente” me da mucho más de lo que soy capaz de ganar o merecer.
Es cierto que Dios no concede todo lo que pedimos, pero en realidad nos concede todo lo que nos hará bien y nos servirá para nuestro bien y deberíamos entender que la “gran oración” no es la que hace que “Dios quiera lo que yo quiero”, sino quizás que “yo logre llegar a querer lo que quiere Dios”.
La fe en Dios, su amor, la confianza en El son cosas bastante diferentes a lo que muchos cristianos piensan. Ser cristiano muchas veces será saber comprender que Dios hasta puede llegar a permitir que nos sucedan ciertas cosas que humanamente hasta nos pueden parecer incomprensibles, pero que en el infinito amor que Dios nos tiene, logran un profundo sentido y son en el fondo para nuestro mejor bien.
Por eso creo que nuestra “imagen” de Dios que podemos tener, podemos sintetizarla en darnos cuenta si tenemos un “verdadero amor a Dios”, si de verdad lo amamos como al Supremo que siempre estará pensando en nosotros y en nuestro bien, o nos quedamos con un Dios a quien de alguna manera podemos “utilizar” para nuestro provecho.
Autor: Padre Oscar Pezzarini
hermoso, hermoso, su blog reverendo, interesantes sus post, creo que su visita a mi blog lo que hace es enriquecer mi fe, gracias, mil gracias. Desde América, saludos y bendiciones.
ResponderEliminarI don't know how I can start again singing your most vernally smile and paint you as souvenir in frame of picture in corner of my hearts shell.
ResponderEliminar[www.sababoy.blogfa.com]
Es sorprendente comprobar que hayamos coincidido, sobre todo en lo sustancial, en lo referente a esta reflexión. Ayer publiqué bajo el título "DIOS,¿QUIÉN eres TÚ?,
ResponderEliminar(salvadormisvivenciaseinquietudes.blogspot.com/2009/06/dios-quien-eres-tu.html
una reflexión muy en la línea de la suya. Y, por supuesto, coincido en todo. No buscamos al JESÚS que nos salva y nos ama, sino buscamos nuestro propio Jesús, y nuestra propia salvación, y fuera de ÉL, no hay nada. La respuesta la podremos reflexionar y encontrar en la parábola del hijo prodigo.
Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.