“Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre” Juan 10, 17-19
Acabamos de celebrar el misterio más grande de nuestra fe y por lo mismo creo que es importante reflexionar sobre algunos aspectos que resaltan en la vida de Jesús.
El aspecto más significativo es el de la propia entrega, Jesús ofrece su vida en rescate por todos y los diferentes pasajes de los Evangelios nos muestran a Jesús caminando firmemente hacia la muerte o mejor dicho, hacia la resurrección, pasando primero por el dolor, el sufrimiento y la cruz.
Sería un error pensar que todos los acontecimientos trágicos en la última parte de la vida de Jesús fueron meras coincidencias, donde su muerte hubiera sido un azar del destino. Jesús no murió únicamente como consecuencia de un acto rebelde por parte del hombre, sino ante todo fue su propia decisión lo que lo llevo a darse completamente, derramado su sangre y muriendo en la cruz.
Si entendemos que el amor es una decisión y que todo lo que se hace por amor es fruto de aquello por lo que se opta, comprenderemos mejor el por qué Jesús no se reservó nada para si mismo y lo dio todo por amor a los que necesitamos la salvación.
El apóstol Pablo menciona en una de sus cartas que se entendería que alguien muriera por un justo, pero el amor de Dios consiste en que aún siendo nosotros pecadores, Dios nos dio a su Hijo, quien entregó su vida para la salvación de todos.
Jesús, nos dice que “nadie tiene mayor amor que el que da la vida por su amigos” Jn 15, 13. Esto de por sí ya es todo un reto para cualquiera, pero el mismo Jesús rebasó y por mucho esta sentencia ya que no sólo dio la vida por sus amigos, sino también por sus enemigos, por aquellos que le desearon el mal y le hicieron el mal colgándolo en la cruz. La expresión “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen” nos habla de la grandeza del amor contenido en el corazón lacerado del Señor. Lucas 23, 34.
¿Qué será lo que más admiramos de la entrega propia de Jesús? Yo pienso que el hecho de ser Él el justo e inocente que se puso en el lugar que nos correspondía a nosotros los injustos y culpables o pecadores; y que aquello que movió el corazón de Jesús a hacerlo fue un amor sin medida, sin límites, ni fronteras, un amor total, radical y hasta el extremo.
Pero esto no debe ser algo que sólo sea digno de admirar y contemplar, esto debe calar en lo más hondo de cada uno de nosotros y debe provocar una reacción positiva imitando este gesto tan generoso. Lo mismo que hizo Jesús es lo que nosotros debemos hacer, Él ya nos marcó el camino, a cada uno le toca seguirlo.
Nuestro camino debe ser el mismo de Jesús para que nuestra meta sea la misma: La gloria.
¿Que significa para nosotros la entrega propia? Te propongo 3 puntos:
1) Ser generoso con nuestro sí:
En ocasiones nos piden favores o alguna ayuda y decimos que sí, pero con frecuencia nos enfocamos sólo a cumplir con lo que nos piden y no ponemos el extra o el valor agregado.
Recordemos que uno de los significados de cumplimiento es “miento al cumplir”, en otras palabras; hago lo que me piden, pero no por que quiero, me guste o lo disfrute, sino porque tengo que hacerlo. Con el tiempo ni hacemos bien lo que aceptamos hacer, ni nos realizaremos al hacerlo.
Por esto mismo, al decir sí en algo que nos piden hagámoslo con entusiasmo, alegría, motivación y con un alto sentido de servicio, dando más de lo que se espera de nosotros.
2) Renunciar a algunos momentos personales para ayudar a los demás:
¡Qué fácil es ayudar cuando no tenemos algo que hacer!, pero que difícil y molesto cuando estoy viendo el programa de televisión que me gusta o el partido de futbol de mi equipo favorito. Qué “fastidio” cuando tengo planeado “MI DIA” donde hay grandes momentos de diversión y de pronto me hablan porque “URGE” ir al hospital a ver al familiar que cayó enfermo o a la abuelita que “se le ocurrió” hablar para pedirme la escalera que necesitará.
La entrega propia significa en este caso que sea capaz de sacrificar algo y en ocasiones todo lo que estaba planeado por favores así. Créanme, esos sacrificios tienen un valor incalculable. Muchos hemos tenido que suspender la boda por un familiar difunto, dejar un viaje de vacaciones por la fractura del pie de un miembro de la familia. La entrega propia es que todo esto lo hagas porque tú lo decides, no sólo porque así tenía que suceder y sobre todo que lo hagas con amor.
3) Dejar pequeños apegos, para después dejar los grandes:
Hay cosas que con el tiempo van adquiriendo un valor distinto, pasan a ser parte de nuestra vida y dejarlas sería impensable e imposible. Se recomienda que aquello de lo que no nos podemos desprender lo vayamos haciendo poco a poco. Nos podemos preguntar ¿Para qué? Jesús dice que quien “es fiel en lo poco es fiel en lo mucho”. Si no somos capaces de renunciar a esas cosas pequeñas, nos costarán las más grandes y más adelante, la misma vida.
Es por eso que en las relaciones matrimoniales o de pareja los esposos tienen problemas, nadie cede, nadie renuncia, quieren que se hagan las cosas como ambos dicen y así no se puede llegar a un acuerdo. Nos aferramos tanto a nosotros mismos que resulta casi imposible un sacrificio por amor a la pareja. Ser fiel en lo poco para ser fiel en lo mucho significa que aprendamos a renunciar a aquellas cosas pequeñas y de poco valor para prepara nuestro corazón a desprendernos de aquellas cosas grandes y de un valor significativo.
Jesús lo dio todo para ganarnos a todos, y tú ¿Eres capaz de hacer lo mismo?
Acabamos de celebrar el misterio más grande de nuestra fe y por lo mismo creo que es importante reflexionar sobre algunos aspectos que resaltan en la vida de Jesús.
El aspecto más significativo es el de la propia entrega, Jesús ofrece su vida en rescate por todos y los diferentes pasajes de los Evangelios nos muestran a Jesús caminando firmemente hacia la muerte o mejor dicho, hacia la resurrección, pasando primero por el dolor, el sufrimiento y la cruz.
Sería un error pensar que todos los acontecimientos trágicos en la última parte de la vida de Jesús fueron meras coincidencias, donde su muerte hubiera sido un azar del destino. Jesús no murió únicamente como consecuencia de un acto rebelde por parte del hombre, sino ante todo fue su propia decisión lo que lo llevo a darse completamente, derramado su sangre y muriendo en la cruz.
Si entendemos que el amor es una decisión y que todo lo que se hace por amor es fruto de aquello por lo que se opta, comprenderemos mejor el por qué Jesús no se reservó nada para si mismo y lo dio todo por amor a los que necesitamos la salvación.
El apóstol Pablo menciona en una de sus cartas que se entendería que alguien muriera por un justo, pero el amor de Dios consiste en que aún siendo nosotros pecadores, Dios nos dio a su Hijo, quien entregó su vida para la salvación de todos.
Jesús, nos dice que “nadie tiene mayor amor que el que da la vida por su amigos” Jn 15, 13. Esto de por sí ya es todo un reto para cualquiera, pero el mismo Jesús rebasó y por mucho esta sentencia ya que no sólo dio la vida por sus amigos, sino también por sus enemigos, por aquellos que le desearon el mal y le hicieron el mal colgándolo en la cruz. La expresión “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen” nos habla de la grandeza del amor contenido en el corazón lacerado del Señor. Lucas 23, 34.
¿Qué será lo que más admiramos de la entrega propia de Jesús? Yo pienso que el hecho de ser Él el justo e inocente que se puso en el lugar que nos correspondía a nosotros los injustos y culpables o pecadores; y que aquello que movió el corazón de Jesús a hacerlo fue un amor sin medida, sin límites, ni fronteras, un amor total, radical y hasta el extremo.
Pero esto no debe ser algo que sólo sea digno de admirar y contemplar, esto debe calar en lo más hondo de cada uno de nosotros y debe provocar una reacción positiva imitando este gesto tan generoso. Lo mismo que hizo Jesús es lo que nosotros debemos hacer, Él ya nos marcó el camino, a cada uno le toca seguirlo.
Nuestro camino debe ser el mismo de Jesús para que nuestra meta sea la misma: La gloria.
¿Que significa para nosotros la entrega propia? Te propongo 3 puntos:
1) Ser generoso con nuestro sí:
En ocasiones nos piden favores o alguna ayuda y decimos que sí, pero con frecuencia nos enfocamos sólo a cumplir con lo que nos piden y no ponemos el extra o el valor agregado.
Recordemos que uno de los significados de cumplimiento es “miento al cumplir”, en otras palabras; hago lo que me piden, pero no por que quiero, me guste o lo disfrute, sino porque tengo que hacerlo. Con el tiempo ni hacemos bien lo que aceptamos hacer, ni nos realizaremos al hacerlo.
Por esto mismo, al decir sí en algo que nos piden hagámoslo con entusiasmo, alegría, motivación y con un alto sentido de servicio, dando más de lo que se espera de nosotros.
2) Renunciar a algunos momentos personales para ayudar a los demás:
¡Qué fácil es ayudar cuando no tenemos algo que hacer!, pero que difícil y molesto cuando estoy viendo el programa de televisión que me gusta o el partido de futbol de mi equipo favorito. Qué “fastidio” cuando tengo planeado “MI DIA” donde hay grandes momentos de diversión y de pronto me hablan porque “URGE” ir al hospital a ver al familiar que cayó enfermo o a la abuelita que “se le ocurrió” hablar para pedirme la escalera que necesitará.
La entrega propia significa en este caso que sea capaz de sacrificar algo y en ocasiones todo lo que estaba planeado por favores así. Créanme, esos sacrificios tienen un valor incalculable. Muchos hemos tenido que suspender la boda por un familiar difunto, dejar un viaje de vacaciones por la fractura del pie de un miembro de la familia. La entrega propia es que todo esto lo hagas porque tú lo decides, no sólo porque así tenía que suceder y sobre todo que lo hagas con amor.
3) Dejar pequeños apegos, para después dejar los grandes:
Hay cosas que con el tiempo van adquiriendo un valor distinto, pasan a ser parte de nuestra vida y dejarlas sería impensable e imposible. Se recomienda que aquello de lo que no nos podemos desprender lo vayamos haciendo poco a poco. Nos podemos preguntar ¿Para qué? Jesús dice que quien “es fiel en lo poco es fiel en lo mucho”. Si no somos capaces de renunciar a esas cosas pequeñas, nos costarán las más grandes y más adelante, la misma vida.
Es por eso que en las relaciones matrimoniales o de pareja los esposos tienen problemas, nadie cede, nadie renuncia, quieren que se hagan las cosas como ambos dicen y así no se puede llegar a un acuerdo. Nos aferramos tanto a nosotros mismos que resulta casi imposible un sacrificio por amor a la pareja. Ser fiel en lo poco para ser fiel en lo mucho significa que aprendamos a renunciar a aquellas cosas pequeñas y de poco valor para prepara nuestro corazón a desprendernos de aquellas cosas grandes y de un valor significativo.
Jesús lo dio todo para ganarnos a todos, y tú ¿Eres capaz de hacer lo mismo?
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