miércoles, marzo 17, 2010

Lo inesperado

Suele ser lo mejor de la vida. Lo que llega sin previo aviso, lo que nunca pensamos. Puede ser también lo más terrible porque en el capítulo de lo inesperado están incluidas cosas tan fuertes como la muerte o las desgracias naturales, aún así tienen la gran ventaja de que llegan sin avisar. Si avisaran sería horroroso estar esperando estas cosas con hora fija.
De hecho anunciar a uno la muerte con hora fija y no realizarla es una forma de tortura psicológica, frecuente en tiempos de guerra o violencia de cualquier origen. 

La maravilla de lo inesperado es uno de los grandes regalos de la vida. Tiene dos dimensiones inmediata una: sorpresa agradable, admiración, alegría, júbilo. O desagrado, terror, dolor, enfado, llanto, en el caso de lo negativo. Es curioso observar las reacciones espontáneas de la gente en cualquiera de los casos. Suele ser una forma de estudio de la psicología humana. Lo inesperado nos muestra en toda nuestra verdad. Reaccionamos tal como somos. 

La otra dimensión a posteriori es más profunda, se da en el interior: lo inesperado desafía a la integración. ¿Cómo recibo una alegría? ¿Cómo integro una buena noticia, una victoria no merecida? ¿Qué hago ante la visita que rompe mis planes?. Ante el suspenso que cambia mi camino, ante la muerte de un ser querido, ante el fallo de una persona. 

Lo inesperado nos desafía y nos construye, nos va ayudando a crecer y desarrollar posibilidades. Cada mañana iniciamos una carrera de cosas conocidas y de otras muchas desconocidas, inesperadas. Para lo conocido solemos tener recursos preparados. Para lo inesperado los tenemos que ir creando a cada paso. Cada mañana abro la prensa, veo la TV, busco en mi Mobile, me llama alguien. Ahí me pueden sorprender la victoria de mi equipo, la caída de la Bolsa, el cierre de mi empresa, un premio de lotería, un suspenso… 

Vivimos en tiempo de sorpresas globales inesperadas. Algunas pueden cambiar el giro de la Historia y pueden lanzar nuestra vida hacia realidades totalmente nuevas. ¿Estamos preparados para recibir lo inesperado? Cada vez va a servir menos lo de siempre, lo que hicieron mis padres o mis hermanos mayores lo que aprendí en la carrera. Cierto que no existen cursos específicos para esto. La preparación forma parte del proceso personal, complejo y difícil de controlar. 

Las sorpresas globales me afectan siempre en algo. Si son globales nos envuelven a todos y necesitan ser acogidas por todos. Cada día aparecen sorpresas que en algo nos afectan o pueden afectar. Aún las más lejanas llaman al sentido de responsabilidad de todos. Somos ciu-dadanos del mundo y todo nos toca en alguna medida.

La capacidad de asumir e integrar lo inesperado da la medida de la madurez de los pueblos, las instituciones y los individuos. Desa-rrollar la capacidad de improvisación es una tarea humana cada día más urgente.

Observemos la forma de integrar lo inesperado de los países, las instituciones, nosotros mismos. Una pista interesante es la forma de reaccionar ante las pequeñas cosas imprevistas. Tal como se reacciona ante lo pequeño, podemos suponer que será la reacción ante los grandes inesperados.

1 comentario:

  1. Que interesante entrada. Que buena reflexión. Dios ha escogido hacernos libres para no ser robots que están programados. Como bien se explica. Si supieramos lo que va a ocurrir donde dejamos la sorpresa del servicio, del amor, de las renuncias. Nuestra vida se hace día a día, donde sólo Dios conoce lo que quiere darnos.
    Feliz y santo día

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