
No actua alli donde nosotros no se lo permitimos. Respeta nuestras decisiones, y también nuestra debilidad.
Pero si dejamos que el Espiritu Santo actúe en nosotros, si lo invocamos, si le permitimos que él nos impulse, entonces la vida se llena de actos de amor a Dios y a los hermanos, y así nos convertimos en seres "espirituales" es decir, conducidos por la fuerza del Espiritu Santo. El Espiritu Santo nos va renovando, y asi no nos amargamos el corazón con rencores, celos, envidias. Ya no estamos inmovilizados por la diferencia y el egoismo, y ya no somos esclavos de los vicios y los malos apegos. Al contrario, nos llenamos de esperanza, de fortaleza, de alegria en medio de las dificultades, y nos sentimos verdaderamente libres, "nuevas criaturas".
La Biblia nos habla bellamente de los frutos que produce el Espiritu cuando lo dejamos actuar, y lo resume en siete: "amor" "alegria" "paz" "paciencia" afabilidad" bondad" "fidelidad" " mansedumbre" y dominio de uno mismo.
No le pongamos obstáculos, para que él pueda producir esos frutos en nuestra vida.
Para nuestros amigos de SCJM
Autor: Armando De Lorenzi
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