domingo, octubre 18, 2009

Dra. Gloria Polo en Madrid


«Yo viví la experiencia del túnel»

La Dra. Polo estuvo en Madrid, en la parroquia de Santa María Micaela. Allí contó ante miles de personas cómo fue aquella experiencia.

La Dra. Gloria Polo, odontóloga colombiana, fue alcanzada por un rayo en 1995. Sus órganos quedaron carbonizados. Como ella misma dice, el hígado, los riñones, las piernas y brazos eran como una morcilla frita. Ella quedó en coma profundo durante tres días, del que despertó contando el inicio de un viaje por el otro lado de la vida, lo que nos espera tras la muerte.

Mil millones de voltios. Trescientos millones de amperios. Una temperatura superior a los veintisiete mil grados centígrados. Ésa es la tensión eléctrica, la intensidad de la descarga y la temperatura que reventó y quemó casi en su totalidad el cuerpo de la Dra. Gloria Polo, cuando un rayo impactó de lleno sobre ella en medio de una tormenta. Su sobrino, que iba con ella, falleció en el acto. Ella cayó en coma profundo y comenzó a vivir, según su propio testimonio, un viaje por el otro lado de la vida, viendo el cielo, el purgatorio y el infierno y a quienes los habitan.

La Dra. Polo estuvo en Madrid, en la parroquia de Santa María Micaela. Allí contó ante miles de personas cómo fue aquella experiencia: «El rayo me carbonizó y quedé en paro cardiaco, sin vida, pero mientras mi carne estaba allí carbonizada, yo me encontraba dentro de un hermosísimo túnel blanco, de un gozo, una paz, una felicidad que no hay palabras humanas para describir la grandeza de ese momento. Vi en el fondo de ese túnel como un sol, una luz hermosísima. Yo digo que es blanco para ponerle color porque ninguno de los colores es comparable».

Habría pedido la eutanasia

Mientras el alma de Gloria era testigo de todo ese mundo trascendental, su cuerpo se consumía por la necrosis sobre la cama de un hospital. «Gracias a Dios, yo estaba en coma, porque defendía el aborto y la eutanasia y si hubiese sido consciente del estado de mi cuerpo, al que tanto dinero y culto había dedicado, hubiese pedido que me dejasen morir «dignamente» ». Pero mientras los médicos la desahuciaban, ella seguía con su viaje espiritual: «Llegué a un lugar en el que había una felicidad inmensa, donde todo el mundo estaba como vestido de sol, y me di cuenta de que el vestido que llevaban estaba hecho de la piel del Cordero de Dios, es decir, de las comuniones que habían recibido a lo largo de sus vidas. Y vi a mi madre. Yo siempre pensé que era una fracasada, sin estudios, que sólo servía para criar hijos y trabajar. Pero allí estaba, ¡y estaba tan guapa, tan feliz!”.

La oscuridad

Pero Gloria no se pudo quedar con su madre, y comenzó a descender en un paseo que poco a poco fue perdiendo encanto: « Había muchísima gente. La luz se fue perdiendo y empecé a andar en unos túneles de tinieblas espantosas. Ellas mismas ocasionan dolor, horror y vergüenza, y huelen mal. Siento un vacío impresionante en mi cuerpo, un abismo al fondo inenarrable, porque lo más espantoso de ese hueco era que no se sentía ni un poco del amor de Dios, ni una gota de esperanza. Yo sabía que si entraba ahí, mi alma estaba muerta. Y en ese horror tan grande, cuando estoy entrando, me cogen de los pies. Mi cuerpo entró en ese hueco, pero mis pies estaban sostenidos de arriba. Fue un momento muy doloroso y terrorífico. El ateísmo se me quedó en el camino y empecé a gritar. Me di cuenta de que ahí se encontraban millares de personas, sobre todo jóvenes, y con dolor me doy cuenta de que se empieza a escuchar el rechinar de dientes con unos alaridos y lamentaciones que me estremecían. Pero lo más terrible es la ausencia de Dios. No se sentía al Señor».

Gloria Polo no se quedó allí. Según ella misma explica, «las oraciones de mucha gente me salvaron. Grité: «¡Señor, perdóname! ¡Dame una segunda oportunidad! ». Y ese fue el momento más bello, yo no tengo palabras para describir ese momento. Él baja y me saca de ese hueco. Me enseñó un montón, infinidad de llamitas. Era fuego de amor, encendidas por la adoración de miles de personas. Y ya llevo más de diez años dando testimonio».

La conferencia termina, Gloria se pone de rodillas y tras rezar un rato frente al Sagrario, se pone en camino hacia otro testimonio. «He hablado ante miles, ante cientos, y sólo ante decenas. Eso no importa, lo que importa es que cada uno va a ver al Señor frente a frente, pidiéndonos con amor que nos convirtamos, para que empecemos a ser nuevas criaturas con Él. Sin Él, no podemos».

El aborto, el mayor pecado

Gloria Polo habló del aborto al que se sometió con 16 años, que vio reflejado en «el libro de la Vida»: «El aborto es una cadena que arrastra, un dolor que nunca se acaba. Es el vacío. Aparte del aborto de mi hijo, recomendé abortar a una niña. En lugar de hablarle del Señor, le di plata para que abortara. Patrociné varios abortos y cada vez que la sangre de un bebé se derrama, vi cómo al Señor le duele y se estremece. Vi cómo se forma el alma del hombre tan pronto como se tocan el espermatozoide y el óvulo de los padres. Se forma una chispa hermosa. El vientre de una madre, tan pronto es fecundado, se ilumina con el brillo de esa alma, y cuando se aborta, esa alma grita y gime de dolor aunque no tenga ojos ni carne.

Se escucha ese grito cuando lo están asesinando y el cielo se estremece, y en el infierno se escucha otro grito igual, pero de júbilo. De inmediato, del infierno salen unas larvas para seguir asediando a la Humanidad y seguir haciéndola esclava de la carne».

1 comentario:

  1. El tema de la eutanacia es un tema muy polémico, mucha gente no ve nada de malo en llevarla a cabo cuando dicen que no hay esperanzas para el enfermo, cuando les dicen que la persona estará vegetando de por vida, se dejan guiar más por la mente y no por el corazón y la fe en Dios, recordando que nada es imposible para Él.

    Por otro lado aún cuando la persona no se salvase, el sufriemiento que está experimentando en ese estado purifica el alma, bien se dice:

    LA CALIDAD DEL ORO SE PRUEBA EN EL FUEGO... NADA IMPURO PUEDE ENTRAR AL CIELO...

    Si el sufrimiento del enfermo es su pase al cielo, y si él o algún familiar consciente la eutanacia, le está quitando la oportunidad de salvarse, el enfermo debe cargar con la cruz de su enfermedad hasta su muerte y la de sus pecados...

    Además quienes somos nosotros para decidir quien sigue viviendo y quien no, eso le corresponde a Dios y si el enfermo está vegetando es por un propósito de Dios, no le atemos las manos, ni nos interpongamos en sus planes.

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