Benito nació hacia fines del siglo V en una pequeña ciudad de Umbría (Italia), llamada Nursia; Escolática era su hermana gemela. Llegado a la juventud, fue enviado a Roma para realizar los estudios clásicos, como competía a un joven de buena familia. Pero la orgullosa capital del Imperio disgustó tanto al muchacho con su disolución moral, que éste pronto escogió la soledad, dedicándose en una cueva de las montañas a la búsqueda de Dios; dejaba así atrás la posibilidad de una brillante carrera en el mundo.
La vida eremética de Benito no pasará inadvertida mucho tiempo. Otros monjes buscan su asesoramiento y acaban por tomarlo como superior; él organiza su vida comunitaria, en las montañas de Subiaco, ganando en ello una preciosa experiencia de la naturaleza humana, que luego le servirá de maravillas cuando erija en Montecassino un nuevo monasterio, fundación que será muy exitosa.
Cierta tradición representa a san Benito con el aspecto adusto, casi sobrecogedor de un nuevo Moisés; el abad sería un legislador todopoderoso, una especie de reyezuelo implacablemente exigente en lo que se refiere a la vida virtuosa. Junto a esta deformación, emergió siempre y se impone hoy la figura, severa quizás, pero eminentemente paterna y realista del redactor de la Regla de los monjes.
En este monumento legislativo, lleno de vida y articulación instrumental, el autor se propone trazar las líneas mínimas para que la “escuela del servicio divino” que desea establecer pueda funcionar con eficacia, independencia relativa y capacidad de crecimiento.
Su primer propósito consiste en despertar, en quienes quieran seguirlo, “el oído del corazón”, esas secretas facultades interiores que hacen al hombre capaz de recibir con fruto la palabra de Cristo. Sólo pide una condición al postulante: que busque a Dios. Dispone todo para que los monjes desarrollen una vida comunitaria armoniosa, sana, pura, gozosa, en la que los elementos básicos, oración litúrgica, oración personal y trabajo, se equilibran y sostienen mutuamente.
San Benito murió a mediados del siglo VI, sostenido por sus monjes en medio del oratorio, de pie frente al Señor a quien había servido y enseñado fiel y perseverantemente. Es uno de los patronos de Europa.
Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy:Santos: Quetilo, Cindeo, Drostán, Jenaro, Pelagia, Marciano, Sabino, Sidronio, Plácido, mártires; Alberto, Aleto, Amable, Berrano, confesores; Juan, Leoncio, obispos; Idulfo abad; Pío I, papa; Sigisberto, eremita; Olga, santa.
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