Orar

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Meditamos el texto de San Marcos 4, 35-41. Va Jesús dormido con sus discípulos al anochecer en la barca y se desata una tempestad. Le despiertan y El ordena al viento y al mar que cesen. El Señor también me invita a mí a pasar esa noche, esa tormenta que llevo en mi vida para pasar así a la otra orilla. Aunque parece que cuando más lo necesitamos El está como dormido, pero sin embargo siempre está vigilante a mi lado.

En San Mateo 15, 21-28, la mujer cananea se acerca al Señor pidiendo al menos, como un perro, las migajas del Señor. Hay muchas mujeres que se pueden sentir también sin derechos, fuera de Israel, como esas sin papeles o que no pertenecen a la historia del lugar donde residen. A pesar de las pruebas que le hace pasar el Señor ella confía con una fe enorme e insiste al Señor en su petición. Así me quiere a mí el Señor.

Hoy nos ponemos en oración a través de María. El texto es el de Lucas 2, 1-10, el Magníficat. También en mí Dios pone sus ojos, sobre todo en mi humildad pero incluso en el pecado. Hace igualmente cosas grandes por mí, sólo falta que yo me ponga en oración para darme cuenta, aunque muchas no entienda. Así, cada palabra del Magnífica tiene un significado para mí que con ayuda del Espíritu Santo puedo descubrir.

¡Tú eres mi luz y mi salvación! y ¡Espera en el Señor, sé fuerte! son algunos de los mensajes del Salmo 27, salmo que la hermana Glenda nos invita a meditar en esta ocasión. En esa noche de dificultades, oscuridades, preocupaciones,no perder la esperanza, ponerse en el Señor que es la Luz, la salvación.

La meditación que hace aquí la hermana Glenda es del texto de la Carta a los Romanos 8, 31-39. San Pablo también me dirige a mí personalmente esta carta, aquí y ahora. Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?. Siendo así, nadie ni nada nos separará del amor de Dios.

En esta ocasión meditamos sobre la Amistad partiendo del texto del Libro del Eclesiástico 6, 5-17. El amigo fiel, el que nunca falla, que no tiene prisa y disfruta en nuestra presencia es un tesoro. Sólo el que teme al Señor encontrará verdaderos amigos. Se nos invita a meditar en el valor de ese amigo, el único que no falla, Jesús. A pesar de nuestras infidelidades El nos busca, sin esperar a que lo hagamos nosotros si quiera.

Hoy la hermana Glenda nos hace la lexio divina del libro del Eclesiástico 3, 2-8. Todo tiene su tiempo. Meditar en qué tiempo estamos viviendo, pues El es el alfa y el omega, no tiene tiempo, está en todo. Saber reconocerle y alabarlo y darle gracias en cada momento de pecado o de gracia, de alegría o de pena,… Es la historia de Dios con nosotros.

Hoy oramos con la palabra que Dios nos dirige en el Apocalipsis 3, 14-22. Jesús se presenta como un mendigo a mi puerta y me obliga a parar. A veces lo hace a través de un hermano necesitado, otras me lo hace ver desde dentro. Cada uno ver cómo Dios me llama y me invita a participar de su Eucaristía y me da la libertad de abrir o no. Pedirle que nos rompa esa sordera o ceguera para verle llamando o también darle gracias porque siempre está llamando.

En esta ocasión la hermana Glenda nos invita a orar con la palabra que Yavhé dirigió a Jeremías cuando le mandó bajar a la alfarería. Nos lleva a ponernos como barro en manos de nuestro alfarero, Dios. Para El nada hay imposible si nosotros nos sentimos arcilla y queremos ser moldeados por Aquel que nos dio la vida y no deja de amarnos. El nos arregla siempre que nos rompemos y siempre saca una nueva vasija.

Hoy meditamos la palabra de Dios en San Lucas 2, 46-50. Es el relato de Jesús fue encontrado en el Templo en Jerusalén tras su pérdida. Todos estamos llamados, como María, a meditar y conservar todas las cosas que nos ayudan a ser casa de Dios en nuestro corazón y a echar todo lo que nos estorba para ello. Meditar cada uno lo que guardamos en nuestro corazón nos ayudará a ver lo que valoramos en nuestra vida.

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