sábado, enero 30, 2010

Señor, hoy he buscado Tu Rostro

En una ocasión un joven tuvo el deseo de subir a la cumbre de una montaña pues pensaba que ahí podría ver el rostro del Señor.

Preparó todo lo necesario, y un día al amanecer empezó su gran aventura; al llegar a las faldas de la inmensa montaña se topó con un anciano que vivía en una pequeña y vieja cabaña; éste al verlo le preguntó: “¿dónde te diriges con tanta prisa y entusiasmo?”.

Juan Bosco, Santo

San Juan Bosco nació el 16 de agosto de 1815 en Castelnuovo de Asti, y recibió de su madre Margarita Occhiena una sólida educación cristiana y humana. Dotado de inteligencia, memoria, voluntad y agilidad física no comunes, desde niño fue seguido por sus coetáneos, a quienes organizaba juegos que interrumpía al toque de las campanas para llevarlos a la iglesia. Fue ordenado sacerdote en Turín en 1841, y allí comenzó su actividad pastoral con San José Cafasso.

domingo, enero 24, 2010

Una historia para meditar.

Un ratón, mirando por un agujero en la pared ve a un granjero y a su esposa abriendo un paquete. Pensó, qué tipo de comida podía haber allí.

Quedó aterrorizado cuando descubrió que era una trampa para ratones.
Fue corriendo al patio de la Granja a advertir a todos:
- Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa!
La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levanto la
cabeza y dijo:

Vida (texto de Charles Chaplin).

“Ya perdoné errores casi imperdonables,
traté de sustituir personas insustituibles
y olvidar personas inolvidables”.


Ya hice cosas por impulso,
ya me decepcioné con personas cuando nunca pensé
decepcionarme, mas también decepcioné a alguien.

miércoles, enero 20, 2010

Cómo ayudar a Haití tras el terremoto

Un seísmo de 7,3 grados en la escala de Richter sacudió al país durante casi minuto y medio el martes 11 de enero de 2010, destrozando gran parte de la capital Puerto Príncipe, la sede de Naciones Unidas y uno de los hospitales principales, así como las principales ciudades del oeste de Haití. Las organizaciones internacionales se han movilizado para recoger ayuda y aquí te citamos las más destacadas.

1 Intermon Oxfam. Si deseas realizar una donación para esta emergencia estas son las cuentas corientes que han puesto en funcionamiento para ello en los siguientes bancos:

- La Caixa 2100-0765-81-0200111128
- Caixa Catalunya 2013-0500-16-0213198878
- Caja Madrid 2038-8978-17-6000016604
- CAN 2054-0300-56-9157938948
- Santander 0049-1806-91-2111869471
- BBVA 0182-6035-49-0201502475
- Banc Sabadell-Atlántico 0081-7011-11-0001698879
- Triodos Bank 1491-0001-21-0010010201

Desde la propia zona afectada Kristie van de Wetering, trabajadora de Oxfam Internacional, ha descrito la situación como "muy caótica, con escombros de las viviendas por todas partes. Hay una capa de polvo que cubre toda la capital. Podemos oír a la gente pidiendo ayuda desde todos los rincones. Se están produciendo réplicas y la gente está muy nerviosa".

Más información en Intermon Oxfam, Acción Humanitaria.

2 Cruz Roja Internacional. En su página web, Cruz Roja tiene activo un formulario para donaciones en caso de emergencias.

Es importante que en el campo 'Destino de tu donativo' escribas que es para Haití. La cantidad de la donación que quieras hacer es decisión tuya. Sigue las indicaciones a la hora de hacer el envío y la forma de pago.

3 YELE Haití. Yele es un proyecto que puso en funcionamiento el músico local Wyclef Jean y que está siendo una de las referencias locales para poder hacer donativos o envío de ayuda a la zona. Desde Twitter #YELE se está activando y comunicando un número de teléfono al que donar cinco dólares. Es un número local.

4 Cáritas con Haití. Cáritas también opera en la zona y ha dispuesto un número de teléfono al efecto y una serie de cuentas corrientes en bancos.

Campaña «CÁRITAS CON HAITÍ» Teléfono de donaciones: 902 33 99 99

- SANTANDER 0049-1892-64-2110527931
- BBVA 0182-2000-21-0201509050
- LA CAIXA 2100-2208-39-0200227099
- BANESTO 0030-1001-38-0007698271
- CAJA MADRID 2038-1028-15-6000969697
- POPULAR 0075-0001-81-0606839307
- SABADELL-ATLANTICO 0081-0216-74-0001306932
- C.E.C.A 2000-0002-20-9100382307
- BANCAJA 2077-1277-10-3100146740
- CAM 2090-5513-04-0040370409

5 Las imágenes del terremoto. lainformacion.com ha creado una página que alberga las últimas fotos que van llegando sobre el terremoto.
Al mismo tiempo en Twitter también se puede hacer un seguimiento de última hora sobre la ayuda en Haití.
Puedes, también, consultar en Practicopedia cómo se producen los terremotos.

6 Precaución. Nosotros hemos hecho una selección, poniéndonos en contacto diréctamente con algunas de las organizaciones más destacadas y fiables. Nos gustaría advertirte también que, desgraciadamente, también puede darse pillería en medio de esta desgracia. Por ello, cerciórate de que al teléfono que llamas o la cuenta en la que depositas el dinero cuenta con tu conformidad.

Haití: una tragedia perenne

El terremoto que recién devastó a Haití, llevó a los comunicadores y por su medio al mundo entero de asombro en asombro. Un número muy alto e indeterminado de muertos, más la destrucción de la mayor parte de las edificaciones del país y de su estructura productiva, el hambre, la sed y los heridos han pasmado al mundo.

La tragedia producto del terremoto y sus réplicas, ha volcado la ayuda de naciones, organismos y personas preocupadas para remediar la angustiosa situación de los habitantes de Haití. Sin embargo, la insuficiencia de medios hace que la ayuda en alimentos, agua potable, medicinas y otras cosas no pueda ser recibida o distribuida como se requiere. Pero la insuficiencia ya existía.

Las diversas trabas para hacer llegar la ayuda al país y distribuirla no es solamente resultado del terremoto. Haití vive perennemente en estado de tragedia. La infraestructura ya era deficiente antes del sismo: Haití carecía casi de todo y esta es una historia de larga trayectoria. Sin embargo “nadie” estaba enterado.

Es muy grave que apenas estos días, como resultado del terremoto devastador y mortífero, el mundo “descubra” la tragedia perenne de esta pobrísima nación. Los conductores de radio y televisión, así como la prensa escrita, han dado a conocer información existente pero arrumbada sobre la extrema pobreza y atraso de todo tipo en Haití. Digamos que descubren el hilo negro, o el agua caliente.

Haití siempre estuvo allí, con su casi total subdesarrollo, sus incapacidades gubernamentales, sus dictaduras, su hambre, su insalubridad, su falta de empleo, su analfabetismo, su pérdida a gran escala de tierras cultivables y bosques. Sin embargo, con gran asombro, los comunicadores, como dije, y por su medio el mundo, apenas se asoman a esa tragedia permanente de Haití.

Esta es la gran tragedia, no haitiana, sino del mundo desarrollado, ese que vive con todo lo necesario y sobrantes. La tragedia es la gravísima insensibilidad y desinterés por las necesidades de países enteros o regiones que mueren de hambre, insalubridad elemental y enfermedades curables.

Por eso los problemas para hacer llegar ayuda y distribuirla, han abierto el expediente Haití con todas sus limitaciones pre-terremoto. La miseria haitiana había pasado desapercibida, y esta nación sólo se volvía noticia ante sus recurrentes crisis gubernamentales, con una democracia de mentiras.

Igualmente pasa con las miserables naciones africanas en estado de guerras intestinas, con los genocidios tribales, su alta mortandad por hambre y la inexistente atención médica elemental. Al mundo “civilizado” no le interesa este asunto, ni la miseria haitiana ni los millones de muertos por hambre cotidiana.

Sí, la tragedia no es la de Haití u otras naciones, esta volverá por causas naturales sísmicas o de origen climático, como huracanes o marejadas, fríos o calores intensos o grandes sequías. La tragedia es la insensibilidad de los gobiernos y las poblaciones civiles que viven en la abundancia ante la miseria de millones de personas abandonadas a su suerte.

Dios creó el universo con sus leyes naturales, esas que por millones de años han ido modificando la materia de astros y planetas, como el nuestro. La tierra está aún en evolución y con ajustes estructurales en su superficie; es decir que seguirá habiendo sismos de diverso grado, especialmente en zonas sísmicas.

Así, en procesos naturales milenarios, el terremoto en Haití es parte de de ellos. Dios no ha provocado, pensamos, un especial sacudimiento telúrico para que murieran miles de personas y se hiciera polvo el patrimonio misérrimo de un país miserable; sólo permitió que sucediera, como en otros desastres naturales.

Sin embargo, con esta destrucción y muerte en el pobre Haití, Dios nos abre los ojos a una tragedia que no es de estos días, sino de un estado permanente de pobreza y subdesarrollo de una pequeña nación americana.

Esta es la oportunidad, este es el mensaje del Señor, que como ciudadanos del mundo, miremos la miseria, la desorganización, la hambruna y la insalubridad en donde no hemos querido voltear la mirada, para sentirse a gusto en el diario confort. Los miserables están allí, dice el Señor, siempre han estado allí, pero a ustedes no les han importado. ¡Ocúpense de ellos desde ahora!

Pero Dios no quiere que la tristeza provocada por las imágenes televisivas y las notas de prensa ante la crisis aguda se quede en enviar alimentos, medicinas y dinero para sortear una situación angustiosa de momento. No, lo que se requiere es que esta sea la ocasión para que los que comen tres veces al día se ocupen de los que tienen hambre, como dijo hace tiempo el presidente brasileño Lula.

Si a partir de esta desesperante falta de agua, alimento, medicinas y techo que sufre Haití estas semanas, no se organiza el mundo rico o clasemediero para ayudarle a superar su estado de miseria en forma permanente, habrá triunfado de nuevo el egoísmo sobre la solidaridad más elemental.

Si algo podemos hacer, personal o institucionalmente, hagámoslo; pero al menos, quienes sí estamos preocupados por la miseria injusta, por el atraso estructural de países y regiones, pidamos al Señor que mueva los corazones egoístas, no sólo de momento, sino permanentemente, para ayudarles a superar su pobreza.

Salvador I. Reding