martes, febrero 16, 2010

Ayúdame, Señor, a descubrir cuál es la fuente de mis tentaciones

Santiago 1, 12-18
Hermanos: Dichoso el hombre que sufre la tentación, porque después de superarla, recibirá un premio la corona de la vida, que Dios ha prometido a los que lo aman.

Que nadie diga, cuando sufre una tentación, que es Dios el que lo tienta, porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni pone él mismo a nadie en tentación. Más bien, cuando alguno es tentado, es su propia concupiscencia la que lo arrastra y lo seduce. La concupiscencia concibe y da a luz al pecado; y el pecado, cuando madura, engendra la muerte.

No se equivoquen, queridos hermanos: Todo beneficio y todo don perfecto viene de lo alto, del creador de la luz, en quien no hay ni cambios ni sombras. Por su propia voluntad nos engendró por medio del Evangelio, para que fuéramos, en cierto modo, primicias de sus creaturas.

Meditatio

Este pasaje viene a disipar otra de las concepciones equivocadas, o al menos inadecuadas sobre Dios, y es el hecho de que Dios es el autor de la tentación. El Apóstol Santiago nos afirma que no es Dios el que nos pone en tentación, ya que esto sería como si Dios nos pusiera una trampa para ver qué tan listos somos para evitarla, con el grave riesgo de que caigamos en ello. Si este fuera el pensamiento y el actuar de Dios, ¿cómo podríamos entender el pasaje de la Escritura que dice que: "Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y se salve", o aquella otra que en consonancia con esta dice: "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad"? El pecado es una realidad misteriosa que está en íntima relación con el demonio y con sus secuaces, que buscan la muerte del hombre y su infelicidad en la tierra (y de ser posible también en la eternidad). Por el contrario, Dios, busca nuestra vida y felicidad. Dios nos ama de manera infinita y hará siempre todo lo que nosotros le dejemos hacer, para llevarnos a conocer su amor y la felicidad plena que se puede vivir en él.

Apártate de las ocasiones de pecado, y serás fortalecido en el momento en que se presente la tentación.

Oratio

Siempre que caigo en tentación me pregunto ¿por qué caí? Y cuando tengo tentación me cuestiono ¿por qué me tienta esto o aquello? Ayúdame, Señor, a descubrir cuál es la fuente de mis tentaciones, sé que proviene de la tentación del demonio y sobre todo, como dice Esta lectura, de mi inclinación carnal. Pero te pido, Señor, que me muestres la raíz de cada tentación para arrancarla y poder darme cada vez más a ti para que termines de purificar mi vida.

Operatio

Hoy haré un sacrificio de algún tipo, oraré más y observaré con más atención lo que me tienta y por qué.

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